Shinichiro Nakagami vive la fantasía de todo adolescente. En su casa vive una chica hermosa, popular, sexy, no es su prima, no es ningún familiar, a el le gusta, y lo que es más, le intriga y le inspira.. ¿Qué más puede pedir?, ¿Qué espera para hacerla su novia?.
En teoría suena perfecto, pero en realidad hay muchos dilemas y muchos porque.
La niña musa, Hiromi Yuasa, vive en su casa, porque sus padres murieron en un accidente, y la familia de Shinichiro la acogió, de esto hace un año. Y aunque la niña siempre se muestra sonriente, en el fondo oculta sus lágrimas, reprimiendo un desahogo, o tal vez un secreto muy bien guardado.
Y esto no consigue otra cosa sino gustar a Shinichiro. Es un artista, y en su naturaleza está apreciar todas las bellezas que implican la vida, y esas lágrimas ocultas lo atraen, lo hacen querer saber más, pero también lo alejan, lo ponen nervioso. Y al final triunfa la duda, y Shinichiro apenas le dirige la palabra a la chica que vive en su casa y en sus fantasías.
¿Porqué la falta de valor?. Pues nuestro protagonista tiene sus problemas, y le cuesta llevar las riendas de su vida. Así, vive atrapado en la maldición impuesta por una compañera de clase suya, Noe Isurugi, que literalmente se carga cierta maldición y lo obliga a realizar todos los días bailes no deseados ni por el ni por varios más, pero aún así, Noe es casi su confidente, una buena amiga, y si.. es obvio, por ahí podría haber un triángulo amoroso.. ¿O no?.
Y esas lágrimas brotan así, en True Tears, llenas de recuerdos, dudas, secretos, un romance con cliches, como otras cientos de series iguales, pero con un desarrollo creible, conciente de los tiempos que corren y de las sonrisas que esas lágrimas revelarán.. ¿Con quién terminará, al final, Shinichiro?,
