Ichigo Kurosaki, estudiante y adolescente como tantos, tiene una peculiaridad que otros no poseen: "Puede ver a los muertos". Las almas que vagan por el mundo, no son novedad para Ichigo, ni tampoco un interés concreto.
Pero un día todo cambia, y conoce a una joven que le impacta, le intriga.. Rukia Kuchiki. Por mero accidente, Ichigo se involucra con Rukia y descubre que esta es un Shinigami (Dios de la muerte), que tiene como labor encaminar a todas esas almas errantes al lugar que les corresponde.
La conversación no es larga, ni parece importar a Ichigo, pero entonces sucede un malentendido y la vida de Ichigo y su familia corre peligro. Uno de esos espíritus desconcertados, ataca a los seres queridos de Ichigo y entonces Rukia aparece en escena, pero en su intentona de salvarlos, resulta malherida.
No teniendo más opción, le pide a Ichigo que usando su
espada, le traspase el pecho para convertirlo en un Shinigami. Combinando la iniciación y enseñanzas de Rukia, con el increible potencial que posee, Ichigo se transforma en un Shinigami de imponente presencia, consiguiendo vencer al espíritu, en este caso un "Hollow".
Una victoria con extraño sabor a derrota. El surgimiento de un nuevo shinigami tiene un precio inesperado, los poderes de Rukia desaparecen, y mientras se recuperan, deberá andar por la tierra usando un frágil cuerpo humano y entrenando a Ichigo en las artes de todo Shinigami, porque bien presiente Rukia que el futuro y estabilidad de este mundo, y del otro mundo, dependerá y en mucho de Ichigo.
Espíritus aterradores aparecerán a lo largo de la serie, lo mismo que encrucijadas que irán desvelando verdades espeluznantes. Lo que se creía correcto, derepente será una retorcida puesta en escena, confusa, despiadada. Los motivos no tendrán explicación, porque no debería existir ninguna, y el nervioso continuar de capítulos nos mantendrá sorprendidos, espectantes, aunque con el tiempo, todo empezará a suceder justo como lo imaginábamos y Bleach se tornará en algo repetitivo, predecible y hasta cansado.
